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No hay nada más universal que el amor de madre. De las mil formas, con todas sus variantes. No importa lo disruptivo, lo moderno, lo radical que puedan parecer algunos, siempre al rascar un poquito la pintura se asoma el mismo. Es amor, es amor del bueno, es simplemente amor. Y en esta amorosidad que nos baña en octubre, es el tercer domingo cuando cada año celebramos a nuestras mamás con algún gesto, solo para verlas sonreir un ratito y que se vuelvan a sentir tan amadas como cuando les hacíamos esas cartitas tan divinas y llenas de emoción.
En esas cartitas poníamos todo, nos esforzábamos como nunca con corazón y razón, poniendo nuestra imaginación y buenos deseos, que era lo único que teníamos, con tanto cariño que para ellas valía más que cualquier cosa. Ese emocionarse por saberse pensadas, sentidas, porque sabían que nos había costado, que le habíamos dedicado mucho tiempo a preparar algo que exprese nuestro agradecimiento. Claro que valía más que cualquier cartera, que cualquier perfume, ropita o vela.
Pasó el tiempo y nos encontramos grandes, sumidos en mil temas que nos quitan el tiempo de lo importante. Fuimos cambiando esas cartitas por regalos rápidos, bien de último momento. Y entonces, si bien ella igual sonríe porque el amor puede más, siempre puede más, nuestro gesto ya no fue tan brillante y afectuoso. Pero podría serlo. Podríamos regalar con la misma pasión que de chicos, poniendo cabeza y conectando con las emociones que queremos despertarle.
En vez de un perfume, el sol radiante y el viento revoltoso en su cara, navegado sobre un velero, cortando la rutina con un recuerdo que jamás olvidará. En vez de una cartera, una salida al mejor restaurant, a ese que no conoce ni se anima a gastar, porque las madres todo, todo, lo dan para los demás, y les cuesta mucho hecharselo en ellas mismas. Es tu momento de héroe, o de heroína, para regalarle una experiencia que la ponga en piel de gallina.
Corría el año 431, cuando el Concilio de Éfeso había proclamado a María como la verdadera madre de Cristo. 1500 años después, en 1931, el Papa Pío XI indicó el 11 de octubre como el día de la “Divina Maternidad de María”. Fue desde entonces que en Argentina se decidió celebrar el día de la madre el domingo anterior o posterior a esa fecha. Años después, se determinó que sea el tercer domingo de octubre.
En Corea del Sur se celebra el Día de los Padres el 8 de mayo, sin distinguir entre día de la madre o del padre. En Estados Unidos, la fecha de celebración fue declarada en 1914 por el presidente Wilson Woodrow, quien estableció que se festeje el Día de la Madre el segundo domingo de mayo. En Chile, Colombia, Brasil, Uruguay, Venezuela, Ecuador, Alemania, Bélgica, Suiza, Italia, Japón, Australia y Nueva Zelanda también es el segundo domingo de mayo. En España, el Día de la Madre se celebra desde 1965 el primer domingo de mayo. En Noruega, el Día de la Madre se celebra en febrero; y en Indonesia el 22 de diciembre. En Reino Unido, Irlanda y Nigeria el Día de la Madre es el cuarto domingo de cuaresma. En México, Guatemala y El Salvador el Día de la Madre es el 10 de mayo. En Paraguay el Día de la Madre es el 15 de mayo y en Bolivia el 27 de mayo. En tanto, en Panamá el Día de la Madre es el 8 de diciembre por el Día de la Inmaculada Concepción de María.
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